Imagen de Juan Carlos Castagnino
José
Hernández (1834 – 1896)
El autor de “Martín
Fierro” nace en la Chacra Pueyrredón, provincia de Buenos Aires. Desde muy
joven vive en el campo dedicado al comercio de ganado con gauchos e indios y a
recorrer la pampa argentina. A los diecinueve años se alista en el ejército y
toma parte en diversas campañas militares. Es hombre de vida agitada y de
formación autodidacta, pues solo acudió a la escuela primaria.
En Buenos
Aires se dedica al periodismo combativo y a la política, donde alcanza cargos
importantes. Llega a ser diputado y senador. Sus andanzas por las tierras
argentinas, su contacto con la vida del
gaucho le dan tal conocimiento de la materia, que unido a su predilección por
los escritores gauchescos como Bartolomé Hidalgo, autor de los “Diálogos
patrióticos” y “Cielitos”. Hilario Acasubi creador de “Santos Vega”, y el
famoso Estanislao del Campo autor del “Fausto”, le llevan a escribir un poema
gauchesco “Martín Fierro”.
El “Martín
Fierro” es una exaltación del gaucho, una defensa poética de aquella figura
pintoresca y digna de atención, de la que tantas veces hizo la defensa en sus tiempos
de periodista. El gaucho seminómada y cabalgador, sarmentoso y endurecido, es
tipo representativo de la vida argentina. Es el poblador de la inmensa llanura
rioplatense.
Envuelto en
su poncho, volteando su lazo y manejando su facón para defenderse, el gaucho
conduce vacadas y caballadas. Alegra sus ocios tocando la guitarra o el
charango. Magnífico improvisador, este cantor de la pampa dice sus versos romanceados
en su lenguaje popular, “las coplas me van brotando, como agua de manantial”.
José
Hernández refirió las aventuras y persecuciones del gaucho Martín Fierro a
través de la pampa. Obligado por fuerza a aislarse en el ejército, en los
puestos de la frontera, el gaucho ve pasar los días sin cobrar su paga. Huye,
después de una vana disputa con el superior, y de pulpería en pulpería se
adentra en la soledad de la pampa.
En la antología
de Carmen Bravo Villasante, se publica un fragmento de la obra que incluye la
presentación del propio gaucho y el encuentro de Martín Fierro con un moreno,
que da lugar a un “desafío” musical, en el que ambos contendientes dialogan, y
a la manera de las antiguas preguntas y respuestas medievales, se prueba el
ingenio de los cantores.
El poema de “Martín Fierro” se hizo popularísimo, y como
todas las grandes obras del pueblo lo hizo suyo, y los mismos gauchos recitaron
sus coplas como si fueran anónimas, a la manera de lo que sucedió en España con
los romances.
EL GAUCHO MARTIN FIERRO
Que el hombre que lo desvela
Una pena estraordinaria
Como la ave solitaria
Con el cantar se consuela.
Que ayuden mi pensamiento;
Les pido en este momento
Que voy a cantar mi historia
Me refresquen la memoria
Y aclaren mi entendimiento.
Vengan todos en mi ayuda,
Que la lengua se me añuda
Y se me turba la vista;
Pido a Dios que me asista
En una ocasión tan ruda.
Yo he visto muchos cantores,
Y que después de adquiridas
No las quieren sustentar:
Parece que sin largar
Se cansaron en partidas.
Martin fierro ha de pasar,
Nada la hace recular
Ni las fantasmas lo espantan;
Y dende que todos cantan
Yo también quiero cantar.
Cantando me han de enterrar,
Y cantando he de llegar
Al pie del eterno padre:
Dende el vientre de mi madre
Vine a este mundo a cantar.
Ni me falte la palabra:
El cantar mi gloria labra
Y poniéndome a cantar,
Cantando me han de encontrar
Aunque la tierra se abra.
A cantar un argumento:
Como si soplara el viento
Hago tiritar los pastos;
Con oros, copas y bastos
Juega allí mi pensamiento.
Mas si me pongo a cantar
No tengo cuándo acabar
Y me envejezco cantando:
Las coplas me van brotando
Como agua de manantial.
Ni las moscas se me arriman,
Naides me pone el pie encima,
Y cuando el pecho se entona,
Hago gemir a la prima
Y llorar a la bordona.
Y torazo en rodeo ajeno;
Siempre me tuve por güeno
Y si me quieren probar,
Salgan otros a cantar
Y veremos quién es menos
No me hago al lao de la güeya
Con los blandos yo soy blando
Y soy duro con los duros,
Y ninguno en un apuro
Me ha visto andar tutubiando.
El corazón se me enancha,
Pues toda la tierra es cancha,
Y de eso naides se asombre:
El que se tiene por hombre
Ande quiere hace pata ancha.
Como mi lengua lo esplica:
Para mi la tierra es chica
Y pudiera ser mayor;
Ni la víbora me pica
Ni quema mi frente el sol.
En el fondo de la mar;
Naides me puede quitar
Aquello que Dios me dió
Lo que al mundo truje yo
Del mundo lo he de llevar.
Como el pájaro del cielo:
No hago nido en este suelo
Ande hay tanto que sufrir,
Y naides me ha de seguir
Cuando yo remuento el vuelo.
MARTÍN FIERRO
Mientras suene el encordao,
mientras encuentre el compás,
yo no he de quedarme atrás
sin defender la parada;
y he jurado que jamás
me la han de llevar robada.
Atiendan pues los oyentes
y cállensé los mirones;
a todos pido perdones,
pues a la vista resalta
que no está libre de falta
quien no está de tentaciones.
A un cantor le llaman bueno
cuando es mejor que los piores;
y sin ser de los mejores,
encontrándose dos juntos,
es deber de los cantores
el cantar de contrapunto.
El hombre debe mostrarse
cuando la ocasión le llegue;
hace mal el que se niegue
dende que lo sabe hacer;
y muchos suelen tener
vanagloria en que los rueguen.
Cuando mozo fui cantor
(es una cosa muy dicha);
mas la suerte se encapricha
y me persigue costante:
de ese tiempo en adelante
canté mis propias desdichas.
Y aquellos años dichosos
trataré de recordar;
veré si puedo olvidar
tan desgraciada mudanza,
y quien se tenga confianza
tiemple y vamos a cantar.
Tiemple y cantaremos juntos,
trasnochadas no acobardan.
Los concurrentes aguardan;
y porque el tiempo no pierdan,
haremos gemir las cuerdas
hasta que las velas no ardan.
Y el cantor que se presente,
que tenga o no quien lo ampare,
no espere que yo dispare
aunque su saber sea mucho:
vamos en el mesmo pucho
a prenderle hasta que aclare.
Y seguiremos si gusta
hasta que se vaya el día;
era la costumbre mía
cantar las noches enteras:
había entonces, donde quiera,
cantores de fantasía.
Y si alguno no se atreve
a seguir la caravana,
o si cantando no gana,
se lo digo sin lisonja:
haga sonar una esponja
o ponga cuerdas de lana.
EL MORENO
Yo no soy, señores míos,
sino un pobre guitarrero,
pero doy gracias al Cielo
porque puedo, en la ocasión,
toparme con un cantor
que esperimente a este negro.
Yo también tengo algo blanco,
pues tengo blancos los dientes;
sé vivir entre las gentes
sin que me tengan en menos:
quien anda en pagos ajenos
debe ser manso y prudente.
Mi madre tuvo diez hijos,
los nueve muy regulares;
tal vez por eso me ampare
la Providencia divina:
en los güevos de gallina
el décimo es el más grande.
El negro es muy amoroso,
aunque de esto no hace gala;
nada a su cariño iguala
ni a su tierna voluntá;
es lo mesmo que el macá:
cría los hijos bajo el ala.
Pero yo he vivido libre
y sin depender de naides;
siempre he cruzado los aires
como el pájaro sin nido;
cuanto sé lo he aprendido
porque me lo enseñó un flaire.
Y sé como cualquier otro
el porqué retumba el trueno;
por qué son las estaciones
del verano y del invierno;
sé también de dónde salen
las aguas que cain del cielo.
Yo sé lo que hay en la tierra
en llegando al mesmo centro;
en dónde se encuentra el oro,
en dónde se encuentra el fierro
y en dónde viven bramando
los volcanes que echan juego.
Yo sé del fondo del mar
donde los pejes nacieron;
yo sé por qué crece el árbol,
y por qué silban los vientos:
cosas que inoran los blancos
las sabe este pobre negro.
Yo tiro cuando me tiran;
cuando me aflojan, aflojo;
no se ha de morir de antojo
quien me convide a cantar:
para conocer a un cojo
lo mejor es verlo andar.
Y si una falta cometo
en venir a esta riunión,
echándolá de cantor,
pido perdón en voz alta,
pues nunca se halla una falta
que no esista otra mayor.
De lo que un cantor esplica
no falta qué aprovechar,
y se le debe escuchar
aunque sea negro el que cante:
apriende el que es inorante,
y el que es sabio, apriende más.
Bajo la frente mas negra
hay pensamiento y hay vida.
La gente escuche tranquila,
no me haga ningún reproche:
también es negra la noche
y tiene estrellas que brillan.
Estoy pues a su mandao;
empiece a echarme la sonda,
si gusta que le responda,
aunque con lenguaje tosco:
en leturas no conozco
la jota por ser redonda.
MARTÍN FIERRO
¡Ah!, negro, si sos tan sabio
no tengás ningun recelo;
pero has tragao el anzuelo,
y al compás del estrumento
has de decirme al momento
cuál es el canto del cielo.
EL MORENO
Cuentan que de mi color
Dios hizo al hombre primero;
mas los blancos altaneros,
los mesmos que lo convidan,
hasta de nombrarlo olvidan
y sólo lo llaman negro.
Pinta el blanco negro al diablo,
y el negro, blanco lo pinta;
blanca la cara o retinta
no habla en contra ni en favor:
de los hombres el Criador
no hizo dos clases distintas.
Y después de esta alvertencia
que al presente viene a pelo,
veré, señores, si puedo,
sigún mi escaso saber,
con claridá responder
cuál es el canto del cielo.
Los cielos lloran y cantan
hasta en el mayor silencio:
lloran al cair el rocío
cantan al silbar los vientos;
lloran cuando cain las aguas,
cantan cuando brama el trueno.
MARTÍN FIERRO
Dios hizo al blanco y al negro
sin declarar los mejores;
les mandó iguales dolores
bajo de una mesma cruz;
mas también hizo la luz
pa distinguir los colores.
Ansí ninguno se agravie;
no se trata de ofender,
a todo se ha de poner
el nombre con que se llama,
y a naides le quita fama
lo que recibió al nacer.
Y ansí me gusta un cantor
que no se turba ni yerra;
y si en tu saber se encierra
el de los sabios projundos,
decíme cual en el mundo
es el canto de la Tierra.
EL MORENO
Es pobre mi pensamiento,
es escasa mi razón,
mas pa dar contestación
mi inorancia no se arredra:
también da chispas la piedra
si la golpea el eslabón.
Y le daré una respuesta
sigún mis pocos alcances:
forman un canto en la tierra
el dolor de tanta madre,
el gemir de los que mueren
y el llorar de los que nacen.
MARTÍN FIERRO
Moreno, alvierto que trais
bien dispuesta la garganta;
sos varón, y no me espanta
verte hacer esos primores;
en los pájaros cantores
sólo el macho es el que canta.
Y ya que al mundo vinistes
con el sino de cantar,
no te vayas a turbar,
no te agrandes ni te achiques;
es preciso que me expliques
cuál es el canto del Mar.
EL MORENO
A los pájaros cantores
ninguno imitar pretende;
de un don que de otro depende
naides se debe alabar,
pues la urraca apriende a hablar,
pero sólo la hembra apriende.
Y ayúdame, ingenio mío
para ganar esta apuesta;
mucho el contestar me cuesta,
pero debo contestar;
voy a decir en respuesta
cuál es el canto del Mar.
Cuando la tormenta brama,
el Mar, que todo lo encierra,
canta de un modo que aterra,
como si el mundo temblara:
parece que se quejara
de que lo estreche la Tierra.
MARTÍN FIERRO
Toda tu sabiduría
has de mostrar esta vez;
ganarás sólo que estés
en vaca con algún santo:
la noche tiene su canto,
y me has de decir cuál es.
EL MORENO
No galope, que hay aujeros,
le dijo a un guapo un prudente.
Le contesto humildemente:
la noche por canto tiene
esos ruidos que uno siente
sin saber por dónde vienen.
Son los secretos misterios
que las tinieblas esconden;
son los ecos que responden
a la voz del que da un grito,
como un lamento infinito
que viene no sé de dónde.
A las sombras sólo el sol
las penetra y las impone;
en distintas direcciones
se oyen rumores inciertos:
son almas de los que han muerto
que nos piden oraciones.
MARTÍN FIERRO
Moreno, por tus respuestas
yo te aplico el cartabón,
pues tenés disposición
y sos estruido, de yapa:
ni las sombras se te escapan
para dar esplicación.
Pero cumple su deber
el leal diciendo lo cierto,
y por lo tanto te alvierto
que hemos de cantar los dos,
dejando en la paz de Dios
las almas de los que han muerto.
Y el consejo del prudente
no hace falta en la partida;
siempre ha de ser comedida
la palabra de un cantor.
Y aura quiero que me digas
de dónde nace el amor.
EL MORENO
A pregunta tan escura
trataré de responder,
aunque es mucho pretender
de un pobre negro de estancia;
mas conocer su inorancia
es principio del saber.
Ama el pájaro en los aires
que cruza por donde quiera,
y si al fin de su carrera
se asienta en alguna rama,
con su alegre canto llama
a su amante compañera.
La fiera ama en su guarida,
de la que es rey y señor;
allí lanza con furor
esos bramidos que espantan;
porque las fieras no cantan,
las fieras braman de amor.
Ama en el fondo del mar
el pez de lindo color;
ama el hombre con ardor,
ama todo cuanto vive:
de Dios vida se recibe,
y donde hay vida, hay amor.
MARTÍN FIERRO
Me gusta, negro ladino
lo que acabás de esplicar;
ya te empiezo a respetar
aunque al principio me rei;
y te quiero preguntar
lo que entendés por la Ley.
EL MORENO
Hay muchas dotorerías
que yo no puedo alcanzar;
dende que aprendí a inorar
de ningún saber me asombro,
mas no ha de llevarme al hombro
quien me convide a cantar.
Yo no soy cantor ladino
y mi habilidá es muy poca;
mas cuando cantar me toca
me defiendo en el combate,
porque soy como los mates:
sirvo si me abren la boca.
Dende que elige a su gusto,
lo más espinoso elige;
pero esto poco me aflige
y le contesto a mi modo:
la ley se hace para todos,
mas sólo al pobre le rige.
La ley es tela de araña
en mi inorancia lo esplico:
no la tema el hombre rico;
nunca la tema el que mande;
pues la ruempe el bicho grande
y sólo enrieda a los chicos.
Es la ley como la lluvia:
nunca puede ser pareja;
el que la aguanta se queja,
pero el asunto es sencillo:
la ley es como el cuchillo,
no ofende a quien lo maneja.
Le suelen llamar espada
y el nombre le viene bien;
los que la gobiernan ven
a dónde han de dar el tajo:
le cai al que se halla abajo
y corta sin ver a quién.
Hay muchos que son dotores,
y de su cencia no dudo;
mas yo soy un negro rudo
y aunque de esto poco entiendo,
estoy diariamente viendo
que aplican la del embudo.
MARTÍN FIERRO
Moreno, vuelvo a decirte,
ya conozco tu medida;
has aprovechao la vida
y me alegro de este encuentro;
ya veo que tenés adentro
capital pa esta partida.
Y aura te voy a decir,
porque en mi deber está;
y hace honor a la verdá
quien a la verdá se duebla,
que sos por juera tinieblas
y por dentro claridá.
No ha de decirse jamás
que abusé de tu pacencia,
y en justa correspondencia,
si algo querés preguntar,
podés al punto empezar,
pues ya tenés mi licencia.
EL MORENO
No te trabes lengua mía,
no te vayas a turbar;
nadie acierta antes de errar,
y aunque la fama se juega,
el que por gusto navega
no debe temerle al mar.
Voy a hacerle mis preguntas,
ya que a tanto me convida,
y vencerá en la partida
si una esplicación me da
sobre el tiempo y la medida,
el peso y la cantidá.
Suya sera la vitoria
si es que sabe contestar;
se lo debo declarar
con claridá, no se asombre,
pues hasta aura ningún hombre
me lo ha sabido esplicar.
Quiero saber y lo inoro,
pues en mis libros no está
y su respuesta vendrá
a servirme de gobierno,
para qué fin el Eterno
ha criado la Cantidá.
MARTÍN FIERRO
Moreno, te dejas cair
como carancho en su nido;
ya veo que sos prevenido,
mas también estoy dispuesto;
veremos si te contesto
y si te das por vencido.
Uno es el Sol, uno el Mundo,
sola y única es la Luna
ansí han de saber que Dios
no crió cantidá ninguna;
el ser de todos los seres
sólo formó la unidá;
lo demás lo ha criado el hombre
después que aprendió a contar.
EL MORENO
Veremos si a otra pregunta
da una respuesta cumplida:
el ser que ha criado la vida
lo ha de tener en su archivo,
mas yo inoro qué motivo
tuvo al formar la medida.
MARTÍN FIERRO
Escuchá con atención
lo que en mi inorancia arguyo;
la medida la inventó
el hombre para bien suyo;
y la razón no te asombre,
pues es fácil presumir:
Dios no tenía que medir
sino la vida del hombre.
EL MORENO
Si no falla su saber
por vencedor lo confieso;
debe aprender todo eso
quien a cantar se dedique;
y aura quiero que me esplique
lo que significa el peso.
MARTÍN FIERRO
Dios guarda entre sus secretos
el secreto que eso encierra,
y mandó que todo peso
cayera siempre en la tierra.
Y sigún compriendo yo,
dende que hay bienes y males,
fue el peso para pesar
las culpas de los mortales.
EL MORENO
Si responde a esta pregunta
téngase por vencedor
doy la derecha al mejor,
y respóndame al momento:
¿cuándo formó Dios el tiempo
y por qué lo dividió?
MARTÍN FIERRO
Moreno, voy a decir,
sigún mi saber alcanza:
el tiempo sólo es tardanza
de lo que está por venir;
no tuvo nunca principio
ni jamás acabará,
porque el tiempo es una rueda,
y rueda es eternidá.
Y si el hombre lo divide,
sólo lo hace, en mi sentir,
por saber lo que ha vivido
o le resta que vivir.
Ya te he dado mis respuestas,
mas no gana quien despunta;
si tenés otra pregunta
o de algo te has olvidao,
siempre estoy a tu mandao
para sacarte de dudas.
No procedo por soberbia
ni tampoco por jatancia,
mas no ha de faltar costancia
cuando es preciso luchar;
y te convido a cantar
sobre cosas de la estancia.
Ansí prepará, moreno,
cuanto tu saber encierre,
y sin que tu lengua yerre,
me has de decir lo que empriende
el que del tiempo depende,
en los meses que train erre.
EL MORENO
De la inorancia de naides
ninguno debe abusar;
y aunque me puede doblar
todo el que tenga más arte,
no voy a ninguna parte
a dejarme machetiar.
He reclarao que en leturas
soy redondo como jota;
no avergüence mi redota,
pues con claridá le digo:
no me gusta que conmigo
naides juegue a la pelota.
Es buena ley que el más lerdo
debe perder la carrera;
ansí le pasa a cualquiera,
cuando en competencia se halla
un cantor de media talla
con otro de talla entera.
¿No han visto en medio del campo
al hombre que anda perdido,
dando güeltas afligido,
sin saber dónde rumbiar?
ansí le suele pasar
a un pobre cantor vencido.
También los árboles crujen
si el ventarrón los azota;
y si aquí mi queja brota
con amargura, consiste
en que es muy larga y muy triste
la noche de la redota.
Y dende hoy en adelante,
pongo de testigo al cielo
para decir sin recelo
que, si mi pecho se inflama,
no cantaré por la fama
sinó por buscar consuelo.
Vive ya desesperao
quien no tiene que esperar;
a lo que no ha de durar
ningún cariño se cobre:
las alegrías de un pobre
son anuncios de pesar.
Y este triste desengaño
me durará mientras viva;
aunque un consuelo reciba
jamás he de alzar el vuelo:
quien no nace para el cielo
de balde es que mire arriba.
Y suplico a cuantos me oigan
que me permitan decir
que al decidirme a venir
no sólo jue por cantar,
sinó porque tengo a más
otro deber que cumplir.
Ya saben que de mi madre
jueron diez los que nacieron;
mas ya no esiste el primero
y más querido de todos:
murió por injustos modos
a manos de un pendenciero.
Los nueve hermanos restantes
como güérfanos quedamos;
dende entonces lo lloramos
sin consuelo, creánmeló,
y al hombre que lo mató
nunca jamás lo encontramos.
Y queden en paz los güesos
de aquel hermano querido;
a moverlos no he venido,
mas, si el caso se presenta,
espero en Dios que esta cuenta
se arregle como es debido.
Y si otra ocasión payamos
para que esto se complete,
por mucho que lo respete
cantaremos, si le gusta,
sobre las muertes injustas
que algunos hombres cometen.
Y aquí pues, señores míos,
diré, como en despedida,
que todavía andan con vida
los hermanos del dijunto,
que recuerdan este asunto
y aquella muerte no olvidan.
Y es misterio tan projundo
lo que está por suceder,
que no me debo meter
a echarla aquí de adivino:
lo que decida el destino
después lo habrán de saber.
MARTÍN FIERRO
Al fin cerrastes el pico
después de tanto charlar;
ya empezaba a maliciar,
al verte tan entonao,
que tráias un embuchao
y no lo querías largar.
Y ya que nos conocemos,
basta de conversación;
para encontrar la ocasión
no tienen que darse priesa,
ya conozco yo que empieza
otra clase de junción.
Yo no sé lo que vendrá,
tampoco soy adivino;
pero firme en mi camino
hasta el fin he de seguir:
todos tienen que cumplir
con la ley de su destino.
Primero fue la frontera
por persecución de un juez;
los indios fueron después,
y, para nuevos estrenos,
aura son estos morenos
pa alivio de mi vejez.
La madre echó diez al mundo,
lo que cualquiera no hace;
y tal vez de los diez pase
con iguales condiciones:
la mulita pare nones,
todos de la mesma clase.
A hombre de humilde color
nunca sé facilitar;
cuando se llega a enojar
suele ser de mala entraña;
se vuelve como la araña,
siempre dispuesta a picar.
Yo he conocido a toditos
los negros más peliadores;
había algunos superiores
de cuerpo y de vista... ¡ahijuna!
si vivo, les daré una...
historia de los mejores.
Mas cada uno ha de tirar
en el yugo en que se vea;
yo ya no busco peleas,
las contiendas no me gustan;
pero ni sombras me asustan
ni bultos que se menean.
La créia ya desollada,
mas todavía falta el rabo,
y por lo visto no acabo
de salir de esta jarana;
pues esto es lo que se llama
remachárselé a uno el clavo.
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Esta gran obra ha sido ilustrada por un genio de la ilustración como Alberto Breccia, para la editorial Deoyo.
Y también por otra figura de gran talla, como Roberto Fontanarrosa, que hacia el final de su vida participó en "Martín Fierro, la película" (2007).-
Aquí un enlace el blog "Caprichos de cómic", en donde pueden apreciarse algunas de las ilustraciones de Breccia y también de Fontanarrosa:
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Martín Fierro, al cine...
Martín Fierro - 1968 (Dir. Leopoldo Torre Nilsson)
La obra Martín Fierro, fue llevada por primera vez al formato cinematográfico en el año 1968.-
La película, argentina, fue dirigida por Leopoldo Torre Nilsson, con el ayudante de dirección Jorge Luis Salmoiraghi.-
El guión, elaborado sobre el poema homónimo de José Hernández, estuvo a cargo de L. Torre Nilsson, Ulyses Petit de Murat, Beatriz Guido, Edmundo Eichelbaum, Luis Pico Estrada y Héctor Grossi.
La música, a cargo del maestro Ariel Ramírez, y los protagonistas principales fueron Alfredo Alcón (Martín Fierro) y Lautaro Murúa (Cruz).- El elenco contó con otras figuras estelares de la talla de Graciela Borges (La Cautiva), Fernando Vegal (el viejo Vizcacha), María Aurelia Bisutti (mujer de Fierro), Leonardo Favio (hijo mayor de Martín Fierro), Sergio Renán (Teniente) y otros...
La película, estrenada en Buenos Aires el 4 de julio de 1968, obtuvo el premio Cóndor de Plata a la mejor película en el año 1969.-
Aquí un fragmento de la película, que ilustra el "desafío" con el Moreno:
Fierro - 2007 (Dir. Liliana Romero / Norman Ruiz)
Martín Fierro: la película, también conocida como Fierro, es una película argentina de animación, estrenada el 8 de Noviembre del año 2007, dirigida por Liliana Romero y Norman Ruiz. Productor ejecutivo: Fernando Sokolowicz.
Basada en el poema de José Hernández, con guión de Roberto Fontanarrosa, Horacio Grinberg y Martín Méndez.- El diseño gráfico también estuvo a cargo de Roberto Fontanarrosa.-
La música y el sonido, a cargo de Mauro Lázaro. Diseño de producción Victoria Prusik.
Aquí, la película - animada- completa:
Para cerrar este bloque dedicado a la obra Martín Fierro de José Hernández, quiero compartir con todas/os, un trailer, producción de Cuentos del Bicentenario.
En youtube podrán encontrar el material publicado y completo, que sugiero visitar, el cual los productores han presentado así: "...200 años de historia han dejado numerosas joyas dentro de la literatura latinoamericana. Cuentos del Bicentenario rescata clásicos de los más variados estilos y los pone en escena, en boca de prestigiosas personalidades de nuestra cultura. Una puesta minimalista, apoyada por piezas animadas, completan un relato en que la narrativa, la actuación, la fantasía, la crítica y las ideologías se funden dando lugar a un verdadero homenaje a las plumas más reconocidas de nuestra América. En esta oportunidad, con el relato de Rubén Stella, "Martín Fierro" de José Hernández...":
Para ver el material completo y con el audio, click en el siguiente enlace: http://youtu.be/SX9f1mHh1lg
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